El recorrido del camino solía perder sentido algunas mañanas de abril. el frío le pegaba en la cara y sentía esa garúa insostenible que empalagaba el ambiente de humedad y olor a meo de perro en todos lados.
Olivia cruzó la avenida y buscó con la mirada el poste del bondi. Ya eran casi las siete. Pronto llegarían los que siempre viajaban a la misma hora y de los cuales más de una vez se preguntó qué harían de su vida. Por ejemplo, esa chica de unos veintitantos años que siempre llevaba los "walkman" puestos y el jean de moda, ¿trabajaría o estudiaría?; y ese viejo canoso con la horrible campera de cuero ajustada en la cintura, parecía haberse quedado en los setenta...más adelante, a la altura de Warnes,subía el chico alto de pelo corto y raya al costado, con sus chombas impecables y los pantalones pinzados...se bajaba dos paradas antes que ella.
A veces en esos viajes interminables del 109 se preguntaba cómo sería su vida en veinte años, si siempre vivíría en ese espantoso PH que a su madre le costaba tanto pagar, si conocería alguna vez a su padre y dejaría de ser una imagen fotográfica...se preguntaba si alguna vez envejecería, si la Rock and Pop y "Radio Bangkok" continuarían al aire, y sumo, Virus, Soda...
Veinte años, un suspiro, un abrir y cerrar de ojos y viajar en los huecos de su cerebro, veinte años en donde lentamente muchas de sus sospechas se concretaron y otras nuevas llegaron para hacerla perder en otros bondis, en otros cuerpos y caras, en otras vidas que imaginar.
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