Aquella mañana se colocó el vestido rojo que tanto le gustaba a Esteban, se maquilló con cuidado y emprolijó el largo cabello castaño.
Escalón por escalón sintió que los años de recuerdos se acomodaban en su memoria y mientras se presentaban, sin pedir permiso, aprovechaban para zarandear sus sentimientos y peinar sus emociones.
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