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qué difícil hablar de uno mismo...que difícil no repetir frases trilladas...en fin...haré lo que pueda...simplemente soy yo, alguien común, con vueltas como todo el mundo, llena de dudas, de miedos, con alegrías varias y a veces muy ansiosa...

martes, 4 de octubre de 2011

Instantes



Se detuvo frente a la casona y la contempló por algunos segundos. Impactante, pensó. Tomó el reloj de bolsillo y verificó el horario para no llegar ni demasiado tarde ni demasiado temprano. No quería parecer ansioso, aunque en su interior no veía el momento de atravesar la puerta. Alta, con aldabas de bronce bien lustradas y con hojas que se abrían como brazos contenedores de aquel patio envuelto en enredaderas de glicinas y un pequeño tilo que el abuelo ordenó no talar y que parecían anteceder al infierno que se despertaba cuando Olaya lo recibía.
        Le encantaba tomar el té allí, en la mesita de hierro, con mantelitos de lino y algodón y la vajilla de porcela floreada. Ella lo esperaba con sconnes recién horneados y una sonrisa dibujada en las mejillas quinceañeras.
         Mi padre siempre recordaba aquellos momentos con infinita ternura. Ese amor de principios del siglo pasado rompió una barrera de casi setenta años en los que ambos no dejaron de descubrirse y elegirse una y otra vez. A veces me contaba como los abuelos habían escapado a una estancia un fin de semana y se habían perdido entre tantos caminos no señalizados.
(continuará)  

1 comentario:

  1. Espero la continuación de este amor bucólico de principio de siglo, entre glicinas y un pequeño tilo.
    Me gusta tu cadencia.
    Salud!

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