No existía más presagio que aquella mirada eterna que le dirigió al aproximarse a la puerta. Todavía sentía el aliento rosado perdido en los pliegues de su cerebro cuando se acercó a extenderle la mano.
Había aprendido que no hay nada que detenga al destino, inescrutable, avasallante, y que podría haber tendido las camas de otra manera, haber abierto un sobre por el otro extremo, transitar nuevas calles o cambiar de peinado pero los acontecimientos se aproximarían haciendo fila y peinándose a la gomina.
Tuvo la certeza del frío que atravesó sus manos y le puse la piel de gallina. Supo, aturdido, que quizás...hoy el Destino había encontrado la dirección de su vida.
(no sé por qué pero no puedo subir ninguna foto...es el destino del cibermundo)
Había aprendido que no hay nada que detenga al destino, inescrutable, avasallante, y que podría haber tendido las camas de otra manera, haber abierto un sobre por el otro extremo, transitar nuevas calles o cambiar de peinado pero los acontecimientos se aproximarían haciendo fila y peinándose a la gomina.
Tuvo la certeza del frío que atravesó sus manos y le puse la piel de gallina. Supo, aturdido, que quizás...hoy el Destino había encontrado la dirección de su vida.
(no sé por qué pero no puedo subir ninguna foto...es el destino del cibermundo)
Quizás el destino, y algo de mandinga, no querían fotos en tu post.
ResponderEliminarTremenda certeza, y alivio, no más caminos equivocados.
Salud!