Envuelta en un cielo de pensamientos infatigables, parecía caer en su propio mundo mientras caminaba veloz a su trabajo mediocre y urbano. Los autos escoltaban su traqueteo y parecian bailar al compás de cada paso que repicaba en las baldosas rotas de un Buenos Aires enloquecido y algo frío.
Olivia se refugiaba en su bufanda de seda y lana, adquirida en los años del uno a uno de la década infame que terminó de hundir al país.- "¡Qué épocas!", aún escucha decir a los mercenarios del patilludo insoportable.
Avenida Corrientes se funde a lo lejos con el obelisco y el fresco parece no darle tregua a su cuerpito frágil envuelto en el saco verde botella.
Olivia, otra vez Olivia.
Olivia se refugiaba en su bufanda de seda y lana, adquirida en los años del uno a uno de la década infame que terminó de hundir al país.- "¡Qué épocas!", aún escucha decir a los mercenarios del patilludo insoportable.
Avenida Corrientes se funde a lo lejos con el obelisco y el fresco parece no darle tregua a su cuerpito frágil envuelto en el saco verde botella.
Olivia, otra vez Olivia.
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